jueves, 4 de marzo de 2010
El Mosquetero Azul
La máquina productiva que era Manuel Gago sólo colaboró en una ocasión con Editorial Bruguera en el campo de los tebeos de aventuras. Uniendo esfuerzos con el guionista Silver Kane (Francisco González Ledesma), el célebre dibujante puso en pie una corta serie llamada “El Mosquetero Azul”, que quedaría englobada en la colección Superaventuras, aunque sin numeración dentro de ella.
Su aparición sería semanal, siendo su primer número entregado junto con el 298 del “Capitán Trueno”, una magnífica forma de llegar a una gran cantidad de público potencial. “El Mosquetero Azul” llevaría en esta entrega una leyenda advirtiendo de su gratuidad, aunque en realidad el cuaderno del “Capitán” había incrementado su precio para la ocasión hasta las 2 pesetas. En lo sucesivo, “El Mosquetero Azul” costaría las habituales 1,50 pesetas, y se prolongaría durante 26 números.
La colección se extendió entre el 18 de junio de 1962 y el 10 de diciembre de 1962. Además de Silver Kane, en los últimos números participó el guionista Carlo Lotti, probable pseudónimo de algún otro autor español del que se desconocen otros trabajos.
“El Mosquetero Azul” es un serial de aventuras que transcurre en la Italia del siglo XVII (1640). Presenta el siempre dinámico dibujo de Gago, pero con un guión típico de la escuela Bruguera. El punto de partida es el asalto a la fortaleza del conde Eridiani por las fuerzas del pérfido Waldo Morini. El enfrentamiento resulta favorable a este último, que ocupa el castillo, situación que da pie a la súbita llegada del Mosquetero Azul y sus amigos, un grupo que sigue las pautas de otras series de la editorial (el héroe, el fuerte Gesaurus y el débil y gracioso Brutus). No faltarán los enfrentamientos y la acción, que se prolongan durante toda la serie. Otros personajes serían el joven Césare (hijo del conde), la bella Annabelle, el tragón Fosco Fosqui y el malvado Glando Tenebrus. La línea argumental decae un tanto hacia el final de la serie, aunque nunca resulta especialmente interesante. Dicho final es, como en muchos otros casos, apresurado y abrupto.
“El Mosquetero Azul” tenía 10 páginas de historieta (la última en azul), más la portada en color, y curiosidades y anuncios en la segunda página. Su formato era el habitual de la colección Superaventuras, es decir, apaisado, con unas dimensiones de 17 por 24 cm.
Manel Montes
El Mosquetero Azul. Manuel Gago.
Año publicación: 1962
Edita: Editorial Bruguera
Número ejemplares: 26 cuadernillos
Dibujo: Manuel Gago
Guión: Silver Kane (seudónimo de Francisco González Ledesma)
Han quedado bastante lejos los días en que se publicaban aquellos tebeos apaisados de nuestra posguerra, pero uno no puede sino revisar periódicamente algunos de aquellos títulos para pasar un buen rato. Y qué quieren que les diga, no acabo, Sin ánimo de ofender ni de jerarquizar, de acostumbrarme a los superhéroes ni al manga. Los tebeos de los que se habla y encabezan las listas de best-sellers, siguen, en su mayoría, el camino de dos o tres modelos explotados hasta el cansancio.
Hay en los tebeos clásicos de aventuras un halo ligado al exotismo y lo real maravilloso y un agrado que para mí no poseen los tebeos actuales. Sin ir más lejos "El hijo de las galeras", "El Diablo de los mares" o "El Espadachín Enmascarado". O cualquiera de los tebeos de espadachines, que hoy por olvidados, parecen anacrónicos. Había que dejarse seducir por las peleas, en teatros, castillos, en cualquier emboscada en el camino, localizaciones conocidas y esperadas, como lo eran los duelos.
Eran unos tebeos que hoy parecen clausurados, en extinción, como quizá yo como lector que, inhibido ante la avalancha de novedades de usar y tirar, no sé que comprar, no compro nada. Soy un lector desinformado por los medios que siempre hablan de los mismos y de lo mismo, y que defraudado prefiero releer a mis tebeos de siempre.
El Mosquetero azul
Hubo un tiempo en que los más jóvenes no les pedíamos a nuestros padres que nos llevaran a ver una película de terror o de efectos especiales, sino de aventuras, protagonizada por espadachines, damiselas en peligro o pistoleros del lejano Oeste. Sábado por la tarde, cine barrio, sesión doble (y continua). Ahí empezamos a ser felices con el género de aventuras, con el cine y los tebeos. Así, la aventura es un género adulto y perdurable.
El Mosquetero Azul fue uno de los muchos tebeos de capa y espada, genero muy en boga por la década de los cincuenta, bien nutrido de peleas memorables y perfectos villanos, cuya ironía y dinamismo la emparientan con otras que marcaron un hito en este tipo de tebeo de aventuras.
El Mosquetero Azul es una colección que por cuestiones económicas y por entablar una relación sentimental sumado a la cercanía de mi servicio militar, me llevaron a dejar de comprármelos, así que no fue hasta muchísimos años después, en una reedición, que pude leer la colección entera. Lectura que si bien no ha defraudado las expectativas que me había formado en mi adolescencia, tampoco las ha cumplido, quizá por lo precipitado de su cancelación. No obstante con El Mosquetero Azul recuperamos al mejor Gago. Gráficamente es uno de sus mejores trabajos, que conforma una pequeña muestra del talento y capacidad de este incomparable autor. Resulta sencillo apreciar lo que acabamos de decir en cualquiera de las páginas que conforman esta colección.
Manuel Gago fue un dibujante rápido, sus cualidades lo convirtieron muy pronto en uno de los artistas más requeridos del medio. Llegó a incursionar virtualmente en todos los géneros y demostró ser muy prolífico manteniendo una muy buena calidad media, como demuestra el listado de su obra. El estilo (de Manuel Gago resultaba inconfundible.)
Por otra parte, el buen entendimiento entre el guionista dan que todos los recursos del tebeo están bien empleados y puestos al servicio de lo que se narra, logrando la coherencia del relato. Puede decirse con propiedad que El Mosquetero Azul no pasa de ser una aventura sencilla, carente de complicaciones narrada con fluidez y sentido del humor. ¿El resultado?
Silver Kane logra el tono justo para su narración, la dosis de intriga necesaria… un lenguaje directo, ágil, sazonado con un irónico sentido del humor
Desgraciadamente a la vuelta de la esquina teníamos cercano un largo y oscuro túnel que nos sumergiría en un periodo de decrepitud. La década de los sesenta contempló una transición hacia otro tipo de historieta y la desaparición de los tebeos más emblemáticos.
Manuel López
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